Húmedo le estrechó la mano y, en lugar de la zarpa aplastante que esperaba, sintió el apretón firme de manos de un hombre honorable y contempló la mirada tranquila, honrada y tuerta de Asidor D'Oropel.
¿Y es que saben muchos de los que atacan el motivo por el que atacan? Unas palabras cordiales, un simple apretón de manos, disiparían en el enfurruñado su encono.
No solamente es la disminución de la arquitectura, sino también la del ser humano. No le ayuda al hombre a aliviar su ansiedad - sobresaliente fenómeno de este siglo - ni le desarrolla el uso placentero del pensamiento.
La perfección de las máquinas - dicen los profetas - nos traerá un incremento en la liberación del trabajo, con lo que se obtendrá un mayor desarrollo de la felicidad. Pero el descanso también está sujeto a la ley de disminución en la utilidad. Más allá de cierto límite, un aminoramiento del trabajo trae consigo una disminución de la felicidad.
Cuanto menos líquidos sean sus productos más seguro estará de que deberá sufrir una reducción en el precio económico o bien contentarse con aguardar el momento propicio en el que le resulte posible realizar una conversión a precios económicos.
La constante reducción de los costos de producción unitarios originada por la adición de nuevo capital produce uno de estos dos efectos, cuando no ambos: reduce el precio de los artículos para el consumidor e incrementa los salarios de los trabajadores que disponen de nuevas máquinas, porque aumenta su capacidad productiva.
Las lágrimas corrieron por su rostro. Su mano temblorosa buscó el apoyo de la mesa para poder sostenerse, mientras me tendía la otra. La tomé entre las mías, estrechándola con firmeza. Cayó mi cabeza sobre aquella mano fría. Mis lágrimas la humedecieron y mis labios se apretaron contra ella. No fue un beso de amor. Fue una contracción de agonía desesperada.
El pesimismo, por el contrario, representa la contracción del alma hacia las tinieblas. Es la concentración del yo sobre un punto del plano inferior; es la esclavitud espiritual bajo los puros hechos, bajo los groseros fenómenos físicos.
¿De qué opresión está hablando? Los libios se beneficiaban de créditos a 20 años sin intereses para construir sus casas, un litro de gasolina costaba 14 céntimos, la comida no costaba absolutamente nada y un jeep surcoreano KIA podía ser comprado por sólo 7.500 dólares.(Vladimir Chamov, ex-embajador ruso en Libia, cuando le mencionaron en una entrevista la opresión al pueblo de Gaddafi).
¿Para qué hemos de vivir, siempre tristes, mendigos y esclavos? ¿Para qué vivimos, Bayaceto, y para qué construimos antes nidos tan altos, si hemos de vivir largamente en esta opresión donde todos nos ven y escarnecen los antiguos triunfos de nuestro poder, ahora reducidos a esta obscura e infernal servidumbre?
¿Y es que saben muchos de los que atacan el motivo por el que atacan? Unas palabras cordiales, un simple apretón de manos, disiparían en el enfurruñado su encono.
Húmedo le estrechó la mano y, en lugar de la zarpa aplastante que esperaba, sintió el apretón firme de manos de un hombre honorable y contempló la mirada tranquila, honrada y tuerta de Asidor D'Oropel.
Estoy al fin bajo la desagradable necesidad de decirte que a pesar de todos los ahorros y cuidados, estoy sintiendo la estrechez económica. Realicé mis últimos viajes como un mendigo, pero los gastos en alimentación para mí y mi caballo son inevitables y costosos.
El fanatismo es una mezcla de estrechez de miras y energía altamente explosiva.