El espíritu lleva en sí mismo su propia morada y puede llegar en sí mismo a hacer un cielo del infierno o un infierno del cielo.
Todo era muy propio de la morada de uno de los campesinos de la región, gente recia, tosca, con calzón corto y polainas. Esas salas y esos hombres sentados en ellas ante un jarro de cerveza espumeante abundan en el país...