Prefiero contraer el hábito de hablar tan prudentemente como se escribe, que escribir tan veloz como se habla.
Tengo deberes que cumplir y carezco de posición para contraer matrimonio. Sin embargo, eso no sería imposible: uno puede casarse siempre que al hacerlo sea capaz de cumplir con su deber: yo, por ejemplo, me casaría y dejaría a mi mujer por correr a cumplir con mi deber.
Son necesarios cuarenta músculos para arrugar una frente, pero sólo quince para sonreír.