Y el hecho mismo de mantener la libertad de la enseñanza en los límites convenientes, el Estado consigue su objeto en la libertad de pensar, porque las gentes, en lo general, no piensan más allá que lo que sus maestros han pensado.
La enseñanza de las buenas costumbres o hábitos sociales es tan esencial como la instrucción
Una buena educación es el manantial y la raiz de una vida virtuosa.
La actual preocupación casi histérica por la seguridad es en el mejor de los casos un derroche de recursos y un obstáculo para el espíritu humano, y en el peor de los casos una invitación al totalitarismo. Se necesita con urgencia educación pública.
No sé si la instrucción puede salvarnos, pero no sé de nada mejor
El modo en que se imparte la instrucción es una cosa y la instrucción propiamente dicha es otra; y no hay dos cosas más diferentes entre sí.
Cada libro es una pedagogía destinada a formar su lector. Las producciones en masa que inundan la prensa y el mundo editorial no forman a los lectores, sino que presuponen de manera fantasmática un lector ya programado.
Principalmente a la acción de ciertos grupos históricos que tienen que ver con el clero o con la pedagogía (curas o maestros), a la imbecilidad de los propios nacionalistas que se creen las predicas de estos curas y maestros, y al apoyo de múltiples potencias europeas. Por último, a que nuestra Constitución no tiene recursos ágiles para atajar desde el principio los sucesos.
Queremos que todos se sientan miembros de una comunidad seria y completa; es decir, que las funciones a realizar son muchas: unos, con el trabajo manual; otros, con el trabajo del espíritu; algunos, con un magisterio de costumbres y refinamientos. Pero que en una comunidad tal como la que nosotros apetecemos, sépase desde ahora, no debe haber convidados ni debe haber zánganos