Siempre me paso por el café del barrio. Ahí están los muchachos de siempre, esos que conozco de cuando no era nadie y siguen siendo los mismos tipos desinteresados
El amor, el tabaco, el café y, en general, todos los venenos que no son lo bastante fuertes para matarnos en un instante, se nos convierten en una necesidad diaria.
Me gusta el café con leche. Me gusta tener una vida familiar, sentimental y profesional, que me dé satisfacciones como personas.
El café debe ser caliente como el infierno, negro como el diablo, puro como el ángel y dulce como el amor.