Tan sencilla es la verdadera felicidad, que la mayor parte de las gentes no reparan en ella. Es hija de lo más humilde, tranquilo y modesto que en el mundo existe.
El congreso es un haz de corrompidos; hay un grupo que trabaja el oro extranjero y que ha corrompido a muchas personas. Hay un hombre acaudalado que ha envilecido la prensa y ha envilecido los hombres. Las fuerzas parlamentarias han fluctuado entre vicios y ambiciones personales. El pueblo ha permanecido tranquilo y feliz, pero la oligarquía lo ha corrompido todo.
El mar, por su naturaleza, estaría tranquilo y quieto si los vientos no lo revolvieran y turbaran. De la misma manera el pueblo estaría quieto y sería dócil si oradores y sediciosos no lo removiesen y agitasen.
Yo no soy un bailarín porque me gusta quedarme quieto en la tierra y sentir que mis pies tienen raíz.
Yo prefiero cantar a la tierra fértil y fragante. No creo que nunca la áspera voz de los motores valdrá la más tímida canción del trovador, ni el pacífico refrán de fuentes cristalinas, ni el sonido de la siega cuando abate los meses.
¿Qué esperanza en un cambio pacífico podía tener un movimiento revolucionario?
En mis jardines, en mis casas, siempre he procurado que prive el plácido murmullo del silencio, y que en mis fuentes cante el silencio.
Personas que sueñan cuando duermen en la noche conocen un tipo especial de felicidad que el mundo de hoy no conoce, un plácido éxtasis, y la facilidad de corazón, con miel en la lengua. También saben que la verdadera gloria de los sueños reside en su atmósfera de ilimitada libertad.
El afán, aun de las cosas muy buenas, debe ser templado y reposado