Creo que la gente pierde la capacidad de sorprenderse porque diariamente presencia desastres que suceden en todos lados.
La formación científica -atomizada de acuerdo con técnicas distintas y separadas- ha degenerado en entrenamiento científico. No hay que sorprenderse de que ello desanime a las mentes críticas.
Ante tales pintoresquismos, no hay que extrañarse de que los hispanistas naveguen desorientados. España no es que sea diferente; es que es inverosímil.
Si un partido político se atribuye el mérito de la lluvia, no debe extrañarse de que sus adversarios lo hagan culpable de la sequía
Si eres hombre, alza tus ojos para admirar a los que han emprendido cosas grandes aunque hayan fracasado
Es horrible admirar el libro de un hombre y después conocerlo, y destruir todo el placer que causó su obra con unas pocas posturas egocéntricas, de modo que no sólo a uno le disgusta su personalidad, sino que nunca puede volver a leer nada de él con una mente abierta. Su pequeño ego malo siempre está espiándolo a uno detrás de las palabras.
Muchas cosas me admiran en este mundo: esto prueba que mi alma debe pertenecer a la clase vulgar, al justo medio de las almas; sólo a las muy superiores, o a las muy estúpidas, les es dado no admirarse de nada.
Nuestro mayor placer consiste en que se nos admire, y los demás no se prestan sino muy difícilmente a admirarnos, aunque su admiración nos parezca siempre justificada. Así resulta que el hombre más feliz es el que, no importa cómo, llega a admirarse sinceramante a sí mismo. Y mejor aún si sabe encontrar admiración en todo lo que los demás dicen de él.
No es de extrañar que los niños empiecen con entusiasmo sus estudios a una edad temprana con el absoluto conocimiento de la informática, mientras que son incapaces de leer, para leer las demandas que las resoluciones judiciales de cada línea.... La conversación está casi muerta, y pronto también lo serán los que sabían cómo hacer uso de la palabra.
La tempestad bendijo mis desvelos marítimos, más liviano que un corcho dancé sobre las olas llamadas eternas arrolladoras de víctimas, ¡diez noches, sin extrañar el ojo idiota de los faros!