Educar es adiestrar al hombre para hacer un buen uso de su vida, para vivir bien; lo cual quiere decir que es adiestrarse para su propia felicidad.
A la desgracia hay que enfrentarse con amor: él nos consolará y nos devolverá la alegría. El amor es el mejor remedio. En los pliegues del infortunio se esconde la felicidad, como el diamante en la grieta de la mina. Dejémonos instruir por la sabiduría del amor.
Hay que instruir a la juventud riendo, reprender sus defectos con dulzura y no atemorizarla con el nombre de la virtud
Pon estos principios en tu corazón para entrenarse en el camino de la estrategia. Si no miras las cosas desde una amplia perspectiva será difícil que llegues a ser un experto en la estrategia.
Si pudiera entrenarse para usar solamente el tronco cerebral estaría curada. Estaría en algún lugar más allá de la felicidad y la tristeza. No se ven peces agonizando por cambios salvajes de estado de ánimo. Las esponjas nunca tienen un mal día.
Uno de los primeros deberes del médico es educar a las masas a no tomar medicamentos.
Las instituciones tenderán a educar y a emplear bien a todos y a cada uno, según sus energías físicas y morales; de manera de desarrollar desde los primeros años a ambas; a tener el cuerpo y el espíritu en el mejor estado de salud con alegre disposición, a fin de que la vida se prolongue y la felicidad dure hasta el último extremo concedido a la humanidad.
Debemos dedicarnos a lo que escribieron los griegos hace tantos años: a domesticar el salvajismo del hombre y hacer amable la vida de este mundo.
Ni nos domaron, ni nos doblaron, ni nos van a domesticar