Mi padre siempre me amparó por desgraciado y me tuvo un sitio en su corazón.
Solo en la ruta de mi destino sin el amparo de tu mirar, soy como un ave que en el camino rompió las cuerdas de su cantar
El poema sirve de guarida a mis escombros de espejo perverso de transparencia de sueños dibujados con debilidad por el alfabeto hostil.
Te voy a dar la guarida que tiene la vida pa ́ seguir viviendo, pa' vivir queriendo, lo mejor de la vida es vivir es vivir el momento y así te lo cuento, pa' que tú la bailes, pa' que baile el viento, pa' que bailes conmigo lento, toma la cara y la cruz de mis sentimientos.
La poesía es a la vez un escondrijo y un altavoz.
Llueve copiosamente sobre mi cara y sólo pienso en tu lejano amor mientras cobijo con todas mis fuerzas, la esperanza.
Miré una y otra vez al cielo, absorta en esos pensamientos. Estoy aquí, ahora, con mi cuerpo, mirando al cielo. Éste es mi espacio. Absorta en esa vida a la que mi cuerpo sólo daría cobijo una vez, bella como el crepúsculo que resplandecía a lo lejos.
Morir no es otra cosa que cambiar de residencia
Hay un camino en lo alto, visible en los cielos transparentes, llamando la Vía Láctea, que resplandece con brillo propio. Los dioses van por ella a la morada del gran Tonante y su residencia real... Allí los famosos y poderosos habitantes del cielo han sentado sus reales. Esta es la región que podría atraverme a llamar la palatina del Gran Cielo.
Es una prueba de poca amistad no darse cuenta del retraimiento de la de nuestros amigos.