El uso indiscriminado de la violencia de uno y otro signo, sumió a los habitantes de la Nación en una atmósfera de inseguridad y de temor agobiante
Cuán triste, largo y cansado, cuán angustioso camino, señala el Ente divino al infeliz desterrado.
Para quien se siente solidario con el destino de este mundo, el choque de las civilizaciones le resulta angustioso
(...)La victoria total, completa, aplastante de un bando sobre el otro, cargará al vencedor con la responsabilidad de todos los errores cometidos y proporcionará al vencido la base de la futura propaganda, tanto dentro como fuera de nuestras fronteras.
Húmedo le estrechó la mano y, en lugar de la zarpa aplastante que esperaba, sintió el apretón firme de manos de un hombre honorable y contempló la mirada tranquila, honrada y tuerta de Asidor D'Oropel.
La geología tiene una tristeza apabullante que nunca podrá sacarse de encima. Esta tristeza proviene de la idea de que el tiempo trabaja en su contra.
Me gusta la democracia porque permite apreciar el arrollador avance del que tiene libertad para exprimir a unos cuantos y aumentar su capital.
Es difícil de precisar la fecha en que las iglesias llegarán a ser simples monumentos y el día en que las cruces, purificadas del símbolo de la sangre judaica, sonreirán inútilmente a la curiosidad estética. Hasta entonces, no tendremos más remedio que soportar en los retornos del alma el soplo sofocante de la fe.
Afuera no hay canto de pájaros, y dentro un silencio sofocante se cierne sobre todos y todas las cosas, y parece arrastrarme hacia un abismo.
No figuraba nombre alguno en la puerta, sólo una foto prendida con unas chinchetas y con los cantos doblados, que representaba el cuerpo sin vida de Manuel Montoliu, ex matador de toros reciclado a peón después de que un animal llamado Cubatisto le abriera el corazón como un libro el 1 de mayo de 1992: Ferrer dio dos ligeros golpes sobre aquella foto.