Luchamos contra el infortunio, reanimemos nuestra fe, y esperemos en el porvenir, que si es a veces engañador, y si es imposible conocerlo, el velo que lo oculta está tejido por la mano de la misericordia.
No imagines que hay alguno de nosotros que entienda totalmente estos arduos problemas; antes bien, sólo de vez en cuando brilla la verdad tan clara como la luz del día, y entonces, nuestra naturaleza y hábito corren un velo sobre lo que percibimos, y volvemos a la oscuridad, casi tan densa como al principio.