Cuando vaciles bajo el peso del dolor, y estén ya secas las fuentes de tu llanto, piensa en el césped que brilla tras la lluvia; cuando el resplandor del día te exaspere, y llegues a desear que una noche sin aurora se abata sobre el mundo, piensa en el despertar de un niño.
Vale más vivir y morir de una vez, que no languidecer cada día en nuestra habitación bajo el pretexto de preservarnos.
Solo, con la ventana abierta a las estrellas, entre árboles y muebles que ignoran mi existencia, sin deseos de irme, ni ganas de quedarme a vivir otras noches, aquí, o en otra parte, con el mismo esqueleto, y las mismas arterías, como un sapo en su cueva circundado de insectos.
Que el oro mismo estalle sin motivo. Que un amor capaz de convertir al sapo en rosa se destroce.
Confío mucho en mí, voy muy tranquilo al rodaje, lo doy todo en cada una de las escenas, no me complico. A veces me dicen vamos muy ajustados, y yo les digo no te preocupes que te la clavo a la primera, no siempre, alguna vez fallo, claro está, no hay nadie perfecto, pero siempre intento dar el cien por cien y que la gente se quede contenta con mi trabajo
De vez en cuando la vida nos gasta una broma y nos despertamos sin saber qué pasa, chupando un clavo sentados sobre una calabaza