Hoy como entonces ante ti permanezco inmóvil, mar, mas no me creo digno ya de la solemne admonición de tu aliento.
Es un magnífico orador, conoce el arte de no decir nada en una gran arenga
Y aquí el Presidente del Gobierno de Euzkadi –sigue el discurso- católico, pregunta con el corazón dolido: ¿Por qué el silencio de la jerarquía? Yo le aseguro, señor Aguirre, con la mano puesta sobre mi pecho de sacerdote, que la jerarquía no calló en este caso, aunque no se oyera su voz en la tribuna clamorosa de la prensa o de la arenga política. Hubiese sido menos eficaz.
Con tal de estar con Dios, ¿qué más da que sea de una manera o de otra? Puesto que realmente sólo le buscamos a Él, y no lo encontramos menos en la mortificación que en la oración -sobre todo cuando nos envía la enfermedad-, nos deben parecer tan buenas tanto la una como la otra
Nada fortifica tanto las almas como el silencio; que es como una oración íntima en que ofrecemos a Dios nuestras tristezas.
Si me preguntas porqué he preferido la Orden de Predicadores, responderé que es la más conforme a mi naturaleza, a mi inteligencia y a mi fin; a mi naturaleza, por su gobierno; a mi inteligencia, por sus doctrinas; a mi fin, por sus medios de acción que son principalmente la predicación y la ciencia sagrada.
Ten cuidado contigo, no vayas a deshacer con tu conducta lo que edificaste con tu predicación
Siempre la brevedad es una cosa / con gran razón de todos alabada, / y vemos que una plática es gustosa / cuanto más breve y menos afectada.
Asesino alevoso, ingrato a Dios y enemigo de los hombres, es el que, so pretexto de dirigir a las generaciones nuevas, les eneseña un cúmulo aislado y absoluto de doctrinas, y les predica al oído, antes que la dulce plática de amor, el evangelio bárbaro del odio.
Palabras de amable reconvención no pueden menos de agradar al que escucha. Pero la meditación sobre ellas es lo que verdaderamente importa.
No se sabe la fuerza moral que pierde la exhortación a un desdichado cuando se la dirige el que es dichoso
Si los veintitantos que esta vez han conseguido escabullirse sienten en los próximos tiempos el acoso no solo del GAL, sino también de la Gendarmería, va a ser muy difícil seguir planeando atentados al otro lado de la frontera. Por fin los hechos demuestran que hay alternativas eficaces a la frustrante exhortación a la paciencia que era endémica en nuestra clase política. 15 de enero de 1984