Enfurézcase quien quiera, con tal de que yo no sea hallado culpable de haber guardado un impío silencio; pues soy plenamente consciente de ser un deudor de la palabra divina, por grande que sea mi indignidad. Nunca se ha podido discutir en serio el verbo divino sin ocasionar peligro y derramamiento de sangre
La poesía huye, a veces, de los libros para anidar extramuros, en la calle, en el silencio, en los sueños, en la piel, en los escombros, incluso en la basura. Donde no suele cobijarse nunca es en el verbo de los subsecretarios, de los comerciantes o de los lechuginos de televisión.
Las condiciones de igualdad de tiempo no se cumplen si una opinión llega por los medios de comunicación a doscientos millones de personas antes que una opinión contraria difundida desde una tribuna improvisada en cualquier rincón. No todos dicen la verdad.
... –Nací en Tacuarembó, lo que por sabido es ocioso aclarar.LA tribuna POPULAR, 1o de octubre de 1933