Cuando el ánimo está en suspenso, un ligero impulso lo hace inclinarse acá o allá.
El hombre malo puede decantarse a veces hacia el lado de la razón; pero le resulta casi imposible no hacer cuanto conviene para inclinarse a la maldad.
La vida del ser humano no tiene ningún sentido concreto, pues los humanos somos seres coincientes; disponemos por lo tanto, posiblemente de la mayor ventaja frente a los demás seres vivos: el libre albedrío, con el que podemos optar a darle a nuestra vida el sentido que queramos.
El alma de toda cultura viva es religiosa, tiene religión, con o sin conciencia de ello. Su religión es el sentimiento de su propia existencia, de su devenir, de su evolución, de su cumplimiento. No tiene libertad para optar por la irreligión.
Tengo que escoger lo que detesto: o el sueño, que mi inteligencia odia, o la acción, que a mi sensibilidad repugna; o la acción para la que no nací, o el sueño para el que no ha nacido nadie. Resulta que como detesto a ambos, no escojo ninguno, pero, como alguna vez tengo que soñar o actuar, mezclo una cosa con la otra.
Cuando tengo que escoger entre dos tentaciones malvadas, siempre escojo la que nunca he probado antes.
Es preciso recordar que siempre hay un futuro, futuro que es inexorablemente incierto. Con esto no quiero dar un mensaje de pesimismo, ni mucho menos, ya que la incertidumbre puede terminar tanto negativa como positivamente, con la ventaja de que el ser humano tiene facultades para inclinar la balanza a su favor.
El mundo exterior es únicamente una manifestación de la mente en si misma. la mente lo capta como un mundo exterior simplemente por su costumbre de seleccionar y de razonar falsamente. El discípulo debe hacerse el habito de observar la verdadera esencia de las cosas
Hemos llegado al punto de la historia biológica donde somos ya responsables de nuestra propia evolución. Nos hemos convertido en autoevolucionadores. La evolución significa seleccionar y, por tanto, escoger y decidir, y eso significa valorar.
El cambio es aquello que hacemos para seguir siendo, lo que permite tomar conciencia para mostrarnos tal y como somos.
Aún una vida feliz no es factible sin una medida de oscuridad, y la palabra felicidad perdería su sentido si no estuviera balanceada con la tristeza. Es mucho mejor tomar las cosas como vienen, con paciencia y ecuanimidad.
Es preciso recordar que siempre hay un futuro, futuro que es inexorablemente incierto. Con esto no quiero dar un mensaje de pesimismo, ni mucho menos, ya que la incertidumbre puede terminar tanto negativa como positivamente, con la ventaja de que el ser humano tiene facultades para inclinar la balanza a su favor.