Así es el teatro. La función debe continuar, aun cuando haya habido un muerto. Quiero decir que aunque se muera un ser querido, el actor tiene que representar su papel, incluso si es cómico.
El amor tiene un duende que ríe, que enciende, que crea y recrea y aunque al diablo le pese, retoña y florece y al mal lo voltea.