Es una verdad indiscutible que el conjunto del pueblo de cada país desea sinceramente su prosperidad; pero es igualmente irrefutable que no posee el discernimiento y la estabilidad necesarios para un gobierno sistemático.
Los que poseen el espíritu de discernimiento saben cuanta diferencia puede mediar entre dos palabras parecidas, según los lugares y las circunstancias que las acompañen.
No hay mejor maestro que el astuto, te enseñara a vender el plomo por oro.
Fui, en la infancia, terriblemente feliz (...) Nunca me gustaron las muñecas. Para mis cumpleaños me hacía regalar arcos, flechas, hachas, rifles, cañones, soldados de plomo y esa magnífica carpa de indios que era mi gran orgullo.