La verdadera elocuencia consiste en no decir más de lo que es preciso.
La elocuencia de corto alcance es naturalmente la del pueblo y la de los niños, y admite expresiones ricas, más ricas incluso que la otra.
Solamente el caos de la retórica confunde y modifica la coherencia histórica.
Cruce de superhombre y bufón, el caudillo hace y deshace a su antojo, inspirado por Dios o por una ideología en la que casi siempre se confunden el socialismo y el fascismo —dos formas de estatismo y colectivismo— y se comunica directamente con su pueblo, a través de la demagogia, la retórica y espectáculos multitudinarios y pasionales de entraña mágico-religiosa.
Si soy la lengua sucia tu eres la palabra debil, si soy la causa de tu rabia en esta labia fértil
Dar es el verbo más corto de la primera conjugación, y no dar es el más barato.
La poesía huye, a veces, de los libros para anidar extramuros, en la calle, en el silencio, en los sueños, en la piel, en los escombros, incluso en la basura. Donde no suele cobijarse nunca es en el verbo de los subsecretarios, de los comerciantes o de los lechuginos de televisión.
La tribuna donde toman asiento los periodistas se ha convertido en el cuarto poder del estado.
Y aquí el Presidente del Gobierno de Euzkadi –sigue el discurso- católico, pregunta con el corazón dolido: ¿Por qué el silencio de la jerarquía? Yo le aseguro, señor Aguirre, con la mano puesta sobre mi pecho de sacerdote, que la jerarquía no calló en este caso, aunque no se oyera su voz en la tribuna clamorosa de la prensa o de la arenga política. Hubiese sido menos eficaz.
Al principio estuve en contra del matrimonio homosexual por una cuentión del origen de la palabra matrimonio pero luego me desdije viendo el mal uso que hizo la Iglesia de todo este asunto y ahora estoy a favor.
La palabra elocuente sólo es necesaria a los espíritus pobres; los espíritus ricos son silenciosos.
Si nada picó la culpa no fue mía, faltaban los peces.
Culminan las montañas en pico y los pueblos en hombres.