El narrador de mis libros es el hombre corriente. El grano de arena en la Historia. Aquel a quien nunca se pregunta, ese que desaparece sin dejar rastro, llevándose sus secretos a la tumba. Hablo de aquellos que no tienen voz. Los oigo, los escucho, los comprendo. La calle es para mí un coro, una sinfonía. Es infinitamente triste cómo todo se puede decir, susurrar y gritar en la nada.
Ya nadie ves igual, todos menores son cuantos acompañan tu persona; tuyo es todo el gobierno y sus favores, sola tu frente ciñe real corona; mas ya comienza a haber nuevos rumores; que el vulgo, que a sus reyes no perdona si una vez pierde el miedo y la vergüenza del nuevo rey a murmurar comienza.
Pocos oyen murmurar de otro, que no les parezca poco lo que oyen y verdad lo que creen