Voy a contarles un secreto: la vida es mortal. Mantenemos ese secreto en mutismo cada uno frente a sí mismo porque conviene, si no, sería volver cada instante mortal.
Una especie de rigidez monacal destacaba la expresión de su semblante. Nada triste o tierno ablandaba aquella mirada pálida. En el trato con los animales, había adquirido su mutismo y su placidez.