Ganar primero, combatir después, lo que dicho en dos palabras es ganar antes. La riqueza del tiempo de paz es permitir la preparación marcial para el tiempo de guerra. Con quinientos aliados, se puede derrotar a una fuerza enemiga.
Cualquier técnica de un arte marcial debe estar de acuerdo con la verdad del universo. Si no lo está, el arte marcial estará aislado e irá en contra de la concepción de arte marcial como creador de amor, o take-musu (literalmente, marcial-creativo). El aikido es take-musu por excelencia.
Cuarenta años después de una batalla, es muy fácil para un no combatiente razonar acerca de cómo debería haberse peleado. Es muy distinto dirigir personalmente la acción bajo el fuego, mientras se está envuelto en su oscuro humo.
Nunca he rehusado un combate, si continúo viviendo cuando comience el vuestro, yo seré un combatiente más
El espíritu de un guerrero no está orientado a consentirse o quejarse, ni está orientado a ganar o perder. El espíritu de un guerrero sólo está orientado a la lucha, y cada lucha la vive como si fuera su última batalla en la tierra.
El guerrero es transparente en sus acciones y secreto en sus planes.
Dime cuál es tu epistemología y te diré qué macanas dirás y harás respecto de la ciencia y de la técnica. Pero nunca podré predecir qué descubrirás o inventarás. Porque, para bien o para mal, los investigadores y técnicos creadores suelen profesar una epistemología y practicar otra. O sea, no suelen poner su credo epistemológico a prueba experimental. Esta es tarea del epistemólogo.
Cierta aristocracia, educada desde la infancia para considerar su nombre como una ventaja interior que nada puede quitarle, sabe que puede evitarse -pues nada le añadirían- los esfuerzos que sin resultado posterior apreciable hacen tantos burgueses por profesar sólo opiniones bien consideradas y frecuentar sólo a personas bienpensantes
Sigan asegurándose de lo que es acepto al Señor; y cesen de participar con en las obras infructíferas que pertenecen a la oscuridad, sino, más bien, hasta censúren, porque hasta contar las cosas efectuadas por ellos en secreto es vergonzoso.
Pero para asegurar la esperanza, para darle densidad, hay que participar en la acción, comprometerse en cuerpo y alma en la lucha nacional. Puede hablarse de todo, pero cuando se decide hablar de esa cosa única en la vida de un hombre que representa el hecho de abrir el horizonte, de llevar la luz a la propia tierra, de levantarse a sí mismo y a su pueblo, entonces hay que colaborar muscularmente.
La fe sin la caridad no da fruto, y la caridad sin fe sería un sentimiento constantemente a merced de la duda. La fe y el amor se necesitan mutuamente, de modo que una permite a la otra seguir su camino.
¿Hasta cuándo vamos a seguir creyendo que la felicidad no es más que uno de los juegos de la ilusión?