No importa lo elocuente que ladre un perro; nunca podrá decirte que sus padres fueron pobres pero no honestos
En uno de los extremos del pueblo, de casas bajitas, un perro se quejaba del frío y de la soledad, y, levantando el hocico hacia su dios, le daba su elocuente opinión sobre el mundo tal como él lo veía.
¿De qué tiene miedo? Aquí solamente estamos nosotros, el viento y los perros. La lista de los testimonios tranquilizadores no era, a decir verdad, muy feliz: el viento es parlanchín por definición, y el príncipe era a medias siciliano. De absoluta confianza solamente eran los perros y sólo porque estaban desprovistos de lenguaje articulado.
Sobre lo que el público piensa de él: Un bocazas escupe-mierda de Manchester... y estarían totalmente en lo cierto. (The Times, Agosto 2008).
En la ternura de la serpiente nadie cree. Nadie no es trastornado por la sangre incolora de las flores.
Casos como éstos, en los que la muchedumbre derrocha perversión y demencia, no abundan, y tal vez por eso me apasioné en el grado en que lo hice al margen de mi rechazo en tanto que hombre como novelista, como dramaturgo, trastornado de entusiasmo ante un caso de belleza tan atroz.
Igual que después de un sueño uno advierte una sutil mudanza de la persona con la que se ha soñado
Sos el paisaje más soñado y sacudiste las más sólidas tristezas y respondiste cada vez que te he llamado.