El peregrino que ansía refrescar sus secos labios en las aguas vivas, y sin embargo no se atreve a lanzarse en ellas por temor a la corriente, se expone a sucumbir de calor. La inacción originada del miedo egoísta, no puede producir sino malos frutos.
No somos perfectos, pero somos capaces de concebir lo que es la perfección. La acción es preferible a la inacción y el compromiso con la vida es preferible a la indiferencia apática
Así como el hierro se oxida por falta de uso, también la inactividad destruye el intelecto.
La inactividad sólo apetece cuando tenemos demasiado que hacer.
¿Quién no puede comprender, que el bien y el mal son opuestos, que si Dios por Su Omnipotencia pudiera querer y hacer ambos, no tendría Omnipotencia alguna? Sería tener dos voluntades opuestas, obrando ambas simultáneamente, de lo cual resultaría completa inmovilidad y por consiguiente impotencia.
La vida se me debatía en el pecho, con unos ímpetus de ola marina, se me evadía la consciencia, yo descendía a la inmovilidad física y moral, y el cuerpo se me hacía planta, y piedra, y lodo, y cosa alguna.
Recuerden las mujeres que dispersas las fuerzas se debilitan y que para conseguir el bien común necesario es sacudir la apatía y elevarse por encima del bienestar del momento presente.
La emoción es la principal fuente de los procesos conscientes. No puede haber transformación de la oscuridad en luz ni de la apatía en movimiento sin emoción
En realidad lo que estaba experimentando era la fatiga corrosiva de la negligencia, de la disipación, de una pereza corrompida y de una vida sin futuro posible.
Dondequiera que vas la estupidez y la crueldad te siguen. Me da pereza encerrar eso en versos. Como dijo el poeta: En cualquier elemento... ¡Qué lejos vio desde sus marismas natales! Yo agregaría: en cualquier latitud.
No hay desarrollo ahí donde las políticas son improvisadas, donde reina la ocurrencia, o donde el miedo y la desidia llevan a repetir incansablemente las estrategias del pasado.
¿Vender yo la mitad de México?, ¡Por Dios! cuando aprenderán los mexicanitos que si este barco se hundió no fue solo por los errores del timonel, sino por la desidia y la torpeza de los remeros.
Su ejemplaridad fue máxima cuando creyó que resistir en la Moncloa era un mal servicio a España. Su decisión no fue hija de la desgana de poder, porque en pocas personas se habrá dado tanta y tan noble ambición de Gobierno como en Adolfo Suárez.
Comer con desgana convierte el alimento en repulsivo manjar.
Si en la vida práctica la dejadez se hace visible por el no hacer, en la vida intelectual se caracteriza por no prestar atención.
La rutina no es hijo de la experiencia, es su caricatura.
La competencia lleva por tanto, de la mano de su tendencia a muchas pequeñas ganancias y de su alto nivel de actividad económica, a la producción masiva, ya que cuanto más pequeña es la ganancia en cada uno de los bienes, más antieconómica resulta la rutina comercial y cuanto más dura es la competencia menos posible resulta llevar adelante un negocio con métodos anticuados y poco imaginativos.
Era un cuadro inolvidable verle sentado al piano como un clarividente, perdido en sus sueños; ver cómo su visión se comunicaba a través de su ejecución, y cómo al final de cada pieza, él tenía la costumbre de pasar un dedo a lo largo del teclado en reposo, como forzándose en arrancarse a sí mismo de un sueño
En las gotas de rocío ataré mi obi como de costumbre en un día agonizante.
Danos sinceridad para no llamar prudencia a la cobardía, al conformismo y a la comodidad.
Todo lo que veo es deseo venganza y trampa en la nación donde acampa la corrupción y el hampa, una estampa de desidia de conformismo y envidia la tibia fragilidad con la que lidian mis familias.
Pensamiento y estudio son igualmente necesarios para la felicidad de un país y para la vida de una ciudad. En el primero previenen las inquietantes sensaciones de indolencia y permiten el placer sublime de crear para la belleza; en la segunda, hacen que la disipación no sea objeto de necesidad y, consecuentemente, de interés.
Hay momentos en que toda la ansiedad y el esfuerzo acumulados se sosiegan en la infinita indolencia y reposo de la naturaleza