Aprender sin pensar es tiempo perdido; pensar sin aprender es peligroso.
Hubo un filósofo de la antigüedad que dijo que si escribiésemos de vez en cuando todo lo que nos acontece en la vida, podríamos, sin pensar en ello, volvernos también filósofos.
La fe es el término medio entre la ligereza con que alguno precipitadamente cree y la pertinacia en no creer sino en lo que antes se demuestra por la razón.