Recuérdame como la del mal genio, recuerdame. Recuérdame como la bruja amargada que chillaba y no coqueteaba cuando se necesitaba.
No podía entender por qué fallaban todas sus tentativas de destruir a aquellos forasteros. Empero, era una bruja tan poderosa como malvada, y pronto decidió lo que debía hacer.
La confusión del hijo del rey era mayor que la de la princesa, cosa que no ha de sorprender, pues ella había tenido tiempo de pensar en lo que le diría; pues se supone, aunque nada de ello indique historia, que la buena hada le había procurado el placer de agradables sueños durante los cien años que estuvo dormida.
La Cenicienta volvió con la ratonera en la que había tres grandes ratas. La hada escogió una entre las tres, dándole la preferencia por su barba; y habiéndola tocado con la varilla, se transformó en un fornido cochero con gruesos bigotes.