Un avaro llega a ser rico aparentando ser pobre; un derrochador se hace pobre a fuerza de parecer rico
El avaro carece tanto de lo que tiene como de lo que no tiene.
El avaro se roba a sí mismo. El pródigo, a sus herederos
El avaro visita su tesoro por traerle a la memoria que es su dueño, carcelero de su moneda.