El único modo de proteger a nuestro pueblo, el único modo de asegurar la paz, el único modo de controlar nuestro destino pasa por nuestro liderazgo.
Los deseos humanos son el vapor que hace que la máquina social funcione. A no ser que los entienda, el propagandista no logrará controlar el inmenso mecanismo de engranajes más o menos unidos entre sí que es la sociedad moderna.