El hecho de lanzarse en medio del enemigo puede ser señal de cobardía
Cuando el muerto llora, es señal de que está en vías de curación, dijo solemnemente el cuervo. Siento mucho contradecir a mi ilustre amigo y colega, replicó el mochuelo, yo creo que cuando el muerto llora es señal de que no le hace gracia morirse.
Amo la costura de tu falda, amo la estructura de tu espalda, amo lo que ves y lo que tocas, amo lo que no es y lo provocas.
Tiene unas manos tan largas y blancas y finas que me dan la impresión de haberse modelado la una a la otra con jabón, y a veces se desprenden y revolotean frente a él como dos blancos pájaros hasta que se da cuenta y las aprisiona entre sus rodillas; le molesta poseer unas manos bonitas.
Siempre tenemos la impresión de que podríamos hacer mejor lo que los otros hacen. Desgraciadamente, no tenemos el mismo sentimiento hacia lo que nosotros mismos hacemos.
El fin siempre es trágicamente el mismo, por lo que únicamente el camino marca la diferencia y la posibilidad para ser libres.
La diferencia entre lo estético y lo intelectual radica, pues, en los distintos puntos que se elige enfatizar o en el constante ritmo que marca la interacción de la criatura viviente con su entorno. La materia última de ambos énfasis en la experiencia es la misma, como lo es también su forma general.
Podemos decir que la mano ha seguido a la inteligencia, a la espiritualidad y al sentimiento y que la huella de su trabajo ha transmitido las pruebas de la presencia del hombre.
La vida me ha soportado demasiado sobre el pomo de la tierra, con esta piel culpable de todo y la huella indeleble de adioses...
¿Pero quién puede recordar el dolor, una vez que éste ha desaparecido? Todo lo que queda de él es una sombra, ni siquiera en la mente ni en la carne. El dolor deja una marca demasiado profunda como para que se vea, una marca que queda fuera del alcance de la vista y de la mente.
Porque la repugnancia a aceptar ideas preconcebidas y convertir la opinión de uno mismo en tesis antes que en hipótesis de trabajo es precisamente lo que constituye la marca de calidad de un científico genuino y lo que constituye la naturaleza ética esencial de la actividad científica.