Solamente advirtió que la vela ardería mejor y hacer el equipaje sería más fácil y el mundo más feliz, si pudiese dar y recibir algo de amor humano.
La cibercomunidad naciente encuentra refugio en la realidad virtual, mientras las ciudades tienden a convertirse en inmensos desiertos llenos de gente, donde cada cual vela por su santo y está cada cual metido en su propia burbuja.