Es chistoso que la crítica esté tan desconectada del público, a quien debería estar prestando un servicio.
La gente que ve un dibujo en The New Yorker piensa automáticamente que es chistoso porque es una caricatura. Si lo ve en un museo, piensa que es artístico; y si lo encuentra en una galleta de la suerte, piensa que es una predicción.
¿Sabes de qué me sonreía? Habías escrito que eras escritor de profesión. Me pareció el eufemismo más gracioso que jamás haya oído. ¿Desde cuándo el escribir es tu profesión? Nunca fue otra cosa que tu religión.
[ ¿Y puede haber humor sin un poco de maldad? ] No. El humor requiere cierta maldad, una dosis pequeña, pero maldad al fin y al cabo. Se trata de encontrar lo gracioso dentro de lo trágico.
Amame como quiere su ambrosía en el jardín la flor; como ama de su voz la melodía festivo ruiseñor.
Hay muchos hombres más bestiales que tú -dijo la Bella-, y mejor te quiero con tu figura, que a otros que tienen figura de hombre y un corazón corrupto, ingrato, burlón y falso.
No existe vértigo mayor que el que produce una cuartilla de papel blanco. Aquellos pentagramas dispuestos a que los rellenemos con notas tienen cierto semblante burlón que produce, cuando menos, respeto.
El que se alaba a sí mismo siempre encuentra quien se ría de él, lo cual no es cómico sino trágico.
Uno de los signos que más acusan cambio de clima espiritual es la constante degradación de lo cómico y su concomitante embrutecimiento de la risa. Nunca ha habido (...) tantas gentes que parezcan rebuznar cuando ríen