Al fin de la mirada se acomoda la paloma de un templo en la colina. A la izquierda la sierra cambia azules temerosos. Y a veces, se ilumina y lava sus colores y se pone desnuda a recordar senderos y relieves.
Mi primo canaliza en el trabajo su energía sexual. En el aserradero se ataba la sierra a la cadera.