El autor virtuoso no corrompe el corazón con sus versos inocentes, aunque cosquillee los sentidos, porque su fuego no levanta llamas criminales. Amad, pues, la virtud, y alimentadla en vuestra alma. Por más que el espíritu esté lleno de noble vigor, el verso se resiente siempre de la bajeza del corazón.
¿Cuál es ahora nuestra actitud con respecto a la revolución rusa, en un momento en que la contrarrevolución se libra a orgías de crueldad y de bajeza tales como la historia nunca ha conocido?
...el príncipe no debe preocuparse de incurrir en la infamia de aquellos vicios sin los cuales difícilmente podría salvar el estado...
Me considero un rojo sin diminutivos. No soy un rojillo, soy un rojo, un rojazo. Y eso no quiere decir comunista, ni socialista, ni anarquista, quiere representar esa hermosísima ideología de hace unos años, que hacía creer que esta infamia de mundo podía cambiar de alguna manera.
Sí a la vida. Sí al amor. Sí a la generosidad. Pero el hombre es también un no. No a la indignidad del hombre. A la explotación del hombre. Al asesinato de lo que hay más humano en el hombre: la libertad
La indignidad del ataque nos confiere dignidad.
Las tres cuartas partes de los delitos que son juzgados por los tribunales cada año tienen su origen, o directa o indirectamente, en la desorganización actual de la sociedad, en lo que se refiere a la producción y distribución de la riqueza, y no en la perversidad de la naturaleza humana.
Somos seres de perversidad inmensa cada uno de nostros; villanos para quienes no existe más Dios que sus deseos, más leyes que los límites de su resistencia, más cuidados que sus placeres; sin principios, desenfrenados, disolutos, ateos. Indudablemente existen muy pocos excesos que no cometamos.
Alentáos y reunid por un instante vuestros esfuerzos a los nuestros; en un instante de vigor y de actividad vais a recobrar el don más precioso del cielo, que sólo la seducción, la intriga y la perfídia pudieron arrebataros
La buena fe es el fundamento de toda sociedad, la perfidia es la peste.
Sin embargo, no tenemos otra opción; ninguna otra opción. Si no tenemos policías, jueces, abogados, fiscales, honestos, valerosos y eficientes; si se rinden al crimen y a la corrupción, están condenando al país a la ignominia más desesperante y atroz.
A la empresa compatriotas, que el triunfo es nuestro: vencer o morir sea nuestra cifra; y tiemblen, tiemblen esos tiranos de haber excitado vuestro enojo, sin advertir que los americanos del sud, están dispuestos a defender su patria; y a morir antes con honor, que vivir con ignominia en afrentoso cautiverio.