El artista es la mano que, mediante una y otra tecla, hace vibrar adecuadamente el alma humana.
Las cuerdas que en su vibrar producen dulces placeres, son las mismas que estremecen con sus notas de tristeza.
Sus voces hacen tremolar el viento y sus conciencias trepidar la tierra. Doblegan bosques enteros y aplastan ciudades, pero jamás bosque o ciudad alguna ha visto la mano destructora.