Siempre he pensado que tan necio es el hombre excesivamente crédulo como el que peca de escéptico.
La Iglesia fue más allá, e hizo al hombre un policía de sí mismo, hasta que los hombres temieran pensar y no dudaran. El pensador era sospechoso. El tonto crédulo fue presentado como el modelo de perfección religiosa. Fue el más vil sistema que el mundo haya conocido.