Son extrañamente hermosos todavía, estos labios de hace ahora tres años y pareciera inédito el gesto de tu beso, este llegar aquí cada vez más tranquilo, con la serenidad del que tiene por cómplice la vida y su rutina.
Madre, tu hijo no ha desaparecido. Madre, que yo lo encontré andando contigo. Lo veo en tus ojos, lo oigo en tu boca, y en cada gesto tuyo me nombra.