A mí me ganaba por la palabra, pero si hubiéramos acabado por llegar a las manos le juro a usted por mis muertos que lo mataba antes de que me tocase un pelo. Yo me quise enfriar porque me conocía la carácter y porque de hombre a hombre no está bien reñir con una escopeta en la mano cuando el otro no la tiene.
Esto dirá aquél a quien ha sido dada la sabiduría, a quien su alma libre de vicios ordena reprender a los demás, no porque los odie, sino para curarlos: Vuestra opinión me afecta, no por mí sino por vosotros: odiar y atacar la virtud es renunciar a la esperanza de enmienda. No me hacéis ninguna injuria, como no la hace a los dioses los que derriban sus altares
Debes reprender en secreto a tu amigo y alabarlo en público.