Dios, Satanás, el paraíso y el infierno; todo desapareció un día a mis quince años, cuando abruptamente perdí mi fe.... Y después, para probar mi recién descubierto ateísmo, me compré un sándwich de jamón..., por lo que probé por primera vez la carne prohibida de los cerdos. No me golpeó ningún rayo.... Desde ese día hasta hoy he pensado en mí mismo como una persona totalmente secular
La máquina ha destruido la estructura secular de la vida humana, orgánicamente vinculada con la vida de la naturaleza.
Para hacer un edificio, uno necesita conocer dos cosas, el terreno y la cultura del terreno. El terreno puede llegar a conocerse. La cultura es más difícil, cuesta años
El arte de la estrategia es de importancia vital para el país. Es el terreno de la vida y la muerte, el camino a la seguridad o la ruina.
Soy un defensor anónimo de todos los héroes anónimos que luchan por sus creencias y sufren injusticias en este país laico y materialista. No pertenezco a ninguna organización. Respeto los derechos humanos y no me gusta nada la violencia.
El totalitarismo moderno es al totalitarismo católico del siglo XII lo que el espíritu laico y francmasón al humanismo del Renacimiento. Con cada vaivén, la humanidad se degrada.
Durante la Primera Guerra Mundial mi coronel me presentó a un oficial superior con las palabras: En la vida civil el teniente Hahn es profesor y descubrió el mesotorio. El oficial contestó: Entiendo que el teniente Hahn es químico: ¿pero qué tiene que hacer con animales antediluvianos?
Hacednos, si queréis, enemigos de todas las naciones, pero apartad de nosotros la guerra civil
... fuera de la mente, no existe nada que sea sagrado o profano o impuro en sentido absoluto, sino sólo en relación a ella.
Es achaque de gobiernos primerizos dejar la economía en manos expertas, porque al profano le parece difícil, y tomar en manos propias, no expertas, la política exterior, porque al profano le parece fácil.
Actualmente soy un inútil, acepto su acusación, pero prefiero esta inutilidad temporal a la supuesta utilidad de su actitud.
Las olas, al retirarse, dejaban de vez en cuando la arena tan seca como la del desierto; y los árboles y arbustos se estremecían y se sacudían en incesante agitación, como el oleaje de un temporal en plena noche.