Entre los niños reina el abuso, la violencia y la crueldad gratuita. Una de las pocas cosas que cerebro de ser adulto es que no tengo que estar todo el rato temiendo que los que son más altos que yo decidan tumbarme boca abajo y retorcerme el brazo hasta hacerme llorar
La vida en el rascacielos comenzaba a parecerse al mundo exterior: la misma crueldad implacable enmascarada por una serie de convenciones corteses.
No, no, repito, la castidad no es una virtud, no es más que una convención que tuvo su origen en un refinamiento del libertinaje.
Los intereses materiales ¿podrán por sí solos obrar la unión duradera y feliz de los pueblos? El refinamiento de la materia y su goces ¿alcanzarán por ventura a satisfacer sus deseos y necesidades? Los pueblos ¿no viven también por el espíritu y para el espíritu? ¿No se ve en ellos otra cosa de más valía y más imperecedera que el oro?