La propia ciencia, no importa si intenta la búsqueda de la verdad o simplemente la necesidad de obtener el control sobre el mundo exterior, para aliviar el sufrimiento, o para prolongar la vida, es en última instancia una cuestión de sentimiento, o mejor dicho, de deseo: el deseo de conocer o el deseo de realizar
La frase cariñosa es el primer analgésico prescrito para aliviar nuestro dolor
Tenemos ganas de jugar, de ganar, de que empiece el partido. Ahora mismo vamos a descansar y cuando llegue vamos a estar preparados al 100% para un partido histórico. Hablando un día previo a la final que le dió a España la Copa del Mundo Sudáfrica 2010
No se exige a sí mismo lo imposible, pero sí se exige a sí mismo hasta el último gramo de lo que es posible. Renuncia a descansar contento con su alma defectuosa, encogiéndose de hombros en autodesprecio con un yo soy así. Él sabe que ese yo ha sido creado, y que es alterable, por él mismo.
Como poeta, tiendo hacia la melodía, en el sentido de que el esfuerzo debe reposar en la estabilidad, en un orden satisfactorio de sonidos
Culpar a los demás es no aceptar la responsabilidad de nuestra vida, es distraerse de ella.
Dormir es distraerse del mundo.
El único deber es el deber de divertirse terriblemente.
Si todo el año fuera de alegre vacación, divertirse seria el mas enojoso de los trabajos
Yo no soy patriota. Este vocablo que hace más de un siglo significaba la revolución y libertad ha venido a corromperse y hoy manoseado por la peor gente incluye la acepción, más relajada de los intereses políticos y expresa la intransigencia, la intolerancia y la cerrazón mental
Nosotros, los vascos, evitemos el mortal contagio, mantengamos firme la fe de nuestros antepasados y la seria religiosidad que nos distingue, y purifiquemos nuestras costumbres, antes tan sanas y ejemplares, hoy tan infestadas y a punto de corromperse por la influencia de los venidos de fuera.
La gloria es como un círculo de agua que nunca termina de ensancharse, hasta que a fuerza de dilatarse se pierde en la nada.
La vida no podía ser esa cosa que se nos imponía y que uno asumía como un arriendo, sin protestar. Pero ¿qué podía ser?... Debía haber una contraseña, algo que permitiera quebrar la barrera de la rutina y la indolencia y acceder al fin al conocimiento, a la verdadera realidad.
Ocurra lo que ocurra, pensé, la vida continúa igual, y hacemos las mismas cosas, y seguimos celebrando las pequeñas ceremonias anexas a nuestra comida, a nuestro sueño y nuestro asco. No hay crisis capaz de quebrar la corteza de lo habitual.