Alza las manos ante la débil llama que arde en un extremo de un tronco carbonizado. Su piel está tan pálida que parece traslúcida y puedo ver el fuego brillar a través de ella.
En un tiempo no podía comprender por qué no recibía respuesta a mi pregunta, hoy no puedo comprender como pude estar engañado hasta el extremo de preguntar. Pero no es que me engañase, preguntaba solamente
La paz obtenida en la punta de la espada, no es más que una tregua.
Para echar abajo a un león basta herirlo con una bala o con un dardo; pero una vez que un reptil se ha enredado a la punta de una roca o al tronco de un árbol, hay que arrancarlo a pedazos. En la política es lo mismo; los ministros orgullosos caen al primer tiro; culebras se pegan mucho
Guitarra que sos el cabo del facón de mi palabra que sos la dulce muarra ensartadora de penas dame la hermosa condena de ser tu esclavo...
Tú eres abogado. Lógicamente conoces el extraordinario esfuerzo que se lleva a cabo en un juicio para asegurarse de que las pruebas llegan intactas. -Sí, pero...-Uno no quiere que nadie las cambie. -Sí...
Me acercaba a él, atraída, fascinada, encontrándole encantos a la muerte en el centro de semejante pasión, pero antes de morir quería conocer, para llevar su imagen sublime en mi mirada, sus facciones desconocidas que debía transfigurar el fuego del arte eterno.
En moral, para alcanzar el centro hay que aspirar al hecho. En literatura, por el contrario, para alcanzar fácilmente el hecho sólo se debe aspirar al centro: cualquier esfuerzo en la subida gasta las fuerzas.