Lo insaciable no es la panza, como el vulgo afirma, sino la falsa creencia de que la panza necesita hartura infinita
Te quiero como gata boca arriba, panza arriba te quiero, maullando a través de tu mirada, de este amor jaula violento, lleno de zarpazos como una noche de luna y dos gatos enamorados discutiendo su amor en los tejados, amándose a gritos y llantos, a maldiciones, lágrimas y sonrisas (de esas que hacen temblar el cuerpo de alegría).
Sé que soy dueña de un débil y frágil cuerpo de mujer, pero tengo el corazón y el estómago de un rey, más aún, de un rey de Inglaterra.
El mundo exterior pasaba a segundo plano ante las demandas de los estómago vacíos, y la vida venía a condensarse en dos ideas unidas: procurarse alimento y comer. ¡Comida! ¡Comida! ¿Por qué el estómago tenía la memoria más sensible que el cerebro?