En cuanto el alma pierde la aureola juvenil, los generosos torneos por el aplauso son sustituidos por las egoístas competencias por el dinero.
Allí donde encorvaba la retorcida cola y extendía sus pinzas el escorpión ya no aparece el fraude, el aplauso injusto, el amor fingido, el engaño, la traición, sino las virtudes contrarias, hijas de la simplicidad, sinceridad, verdad y que se mueven por los campos de las madres.