Considero al cerebro como un computador que dejará de funcionar cuando fallen sus componentes. No hay paraíso o vida después de la muerte para los computadores que dejan de funcionar, ese es un cuento de hadas de gente que le tiene miedo a la oscuridad
El tiempo nos ha vaciado de fulgor. Pero la oscuridad sigue poblada de luciérnagas.
La negrura del rostro, es una protección y una distancia cada día más larga al corazón.