Cuando adviertas que alguien no te quiso bien, investiga primero qué fue lo que lo disgustó en ti. Puede que tuviera razón.
Juzgamos las acciones humanas no por lo que son, sino por el disgusto o el placer que lo causan.
¡No me mires más! Si quieres te daré mis ojos, que son frescos, y mis espaldas para que te compongas la joroba que tienes
Con lo que odio las aguas quietas, digo, me exaspera la gente sosegada: la que arrulla que te arrulla el sueño de que el tiempo pasado fue mejor; la que no dice, ¡ejem!, esta boca es mía, este país es mío; la gente que joroba por quitarnos el aire con sus quejas de hipocondría pura y que hoy, como siempre, se la encuentra sembrando una rosa y cortando un clavel.
Plantear el problema no es simplemente descubrir, es inventar.
Ninguna sociedad conseguirá dominar el problema de la delincuencia y de la sicopatía infantil y juvenil sin reunir de antemano los conocimientos y el coraje necesarios para ordenar la vida sexual de los niños y de los adolescentes en el sentido afirmativo de la sexualidad
El primer castigo del culpable es que su conciencia lo juzga y no lo absuelve nunca.
Sin embargo, pronto comprendió que estaba en el charco de lágrimas que había derramado cuando medía casi tres metros de estatura. ¡Ojalá no hubiera llorado tanto! -dijo Alicia, mientras nadaba a su alrededor, intentando encontrar la salida-. ¡Supongo que ahora recibiré el castigo y moriré ahogada en mis propias lágrimas!
A los afligidos no se les ha de añadir aflicción
Se les dice a los cristianos, no solamente que no se depriman ante sus sufrimientos sino que se alegren. Más aún, que se alegren no sólo porque la aflicción sea una disciplina que conduce a un bien futuro, sino porque es un privilegio presente, el privilegio de ser hechos semejantes a Cristo (1829, Sermones no publicados, Vol II, 26, p.197).
El bar es un hotel de medio pelo que le cura el desconsuelo a los que no saben qué hacer con el desvelo
Un regalo de Reyes suele suponer, más que el capricho del niño, el fantasma de un anhelo o desconsuelo de los padres