Enumerando todas las dificultades que se me ocurrían, me desanimaba y me pasaba los días sin hacer nada. Fue entonces, lo recuerdo muy bien, cuando él vino como un milagro caído del cielo.
Yo nunca intento disuadir a la gente para que no se vaya. Si no quieren trabajar conmigo, yo tampoco los quiero aquí. Nunca nadie me vino con un ultimátum. La gente sabe como funciono y si no les gusta, se retiran