Con un brazo me mantiene sujeta, pegada a él, y con los dedos de la otra mano me recorre suavemente la cara para asegurarse de que no me he hecho daño. Su pulgar me roza el labio inferior y contiene la respiración. Me mira fijamente a los ojos, y por un momento, o quizá durante una eternidad, le sostengo la mirada inquieta y ardiente, pero al final centro la atención en su bonita boca.
Así como tu carro corre más suavemente y requiere de menos energía para ir más rápido y más lejos cuando sus ruedas están completamente alienadas, tú avanzas mejor cuando tus pensamientos, sentimientos, emociones, metas y valores están balanceados