Una blandura que no enternece, una energía que no fortalece nada, una concisión que no dibuja ningún tipo de rasgos, un estilo del cual no emanan ni sentimientos ni imágenes ni pensamientos no posee ningún mérito.
La afabilidad y la indulgencia verdadera son frutos raros de la reflexión, de la experiencia y de la razón
El carácter más apropiado para educar humana y cristianamente a los niños y jóvenes es el que reúne la jovialidad, la afabilidad y la constancia que sólo se hallan en un corazón humilde y bondadoso
Porque la serenidad en medio de la desgracia, y la gracia en medio de la tortura, no son sólo resignación; son también actividad y encierran un triunfo positivo.
Lo que pasa en nuestro tiempo es que el ser humano está perdiendo el control y está cargándose un sistema de equilibrios larga y cuidadosamente construido. El mundo se nos está yendo de las manos. La rueda gira cada vez más rápido y no tenemos el tiempo ni la serenidad para ver lo que estamos haciendo.
Un hombre no trata de verse en el agua que corre, sino en el agua tranquila, porque solamente lo que en sí es tranquilo puede dar tranquilidad a otros.
Bueno, yo quiero que nos veamos con tranquilidad para hablar de lo nuestro... que es muy bonito.
En México, todavía, el valor de caudillos, mártires, artistas notables y valores del hogar sólido se determina por el número de estatuas que consiguen, y por la mezcla de terquedad y docilidad con que monumentos y bustos aceptan el avance omnívoro de lo urbano. Y que se cuiden los iconoclastas. Ya lo advirtió Jean Cocteau: El riesgo de un destructor de estatuas es convertirse en una.
Es necesario tener tanta discreción para dar consejos como docilidad para recibirlos.
Pese a la relativa apacibilidad de los austríacos, no me parece en absoluto inconcebible que, llegado el caso, se los pueda azuzar a cometer actos brutales y sangrientos.
Que la humanidad deje de estar dominada por el deseo de alcanzar ganancias inútiles. Que se renueve entre los pueblos el sentimiento internacional de la solidaridad.
Partiendo, pues, de lo concreto, la filosofía marxista explica las leyes que rigen los procesos evolutivos de los fenómenos económicos, instituciones, estructuras sociales y sus correspondientes superestructuras, y el desarrollo histórico de la humanidad en general.