Lo lógico sería suponer que iban a ofrecerme algo para beber, pero, por lo visto hasta ahora, eso denotaría un optimismo rayano en el idealismo.
En América Latina, decía, la frontera entre el fútbol y la política es tan tenue que casi resulta impercetible.
El chino bueno está más cerca de mí que el español malo. Canto a España y la siento hasta la médula, pero antes que esto soy hombre del mundo y hermano de todos. Desde luego no creo en la frontera política