Cuando leemos, creamos nuestras propias imágenes y asociaciones. El libro vive dentro de nosotros, se reinventa en nosotros a medida que lo vamos leyendo.
Ahora bien, como no poseemos ningún libro que contenga ese pacto de Moisés y, a la vez, el pacto de Josué, es necesario conceder que dicho libro se perdío.