La elocuencia de corto alcance es naturalmente la del pueblo y la de los niños, y admite expresiones ricas, más ricas incluso que la otra.
Para que al oponente se someta a nuestra voluntad, debemos colocarlo en una tesitura más desventajosa que la que supone el sacrificio que le exigimos. Las desventajas de tal posición no tendrán que ser naturalmente transitorias, o al menos no tendrán que parecerlo, pues de lo contrario el oponente tendería a esperar momentos más favorables y se mostraría remiso a rendirse.
Mi familia significa para mí más que la parafernalia artificial de mi carrera. Si alguna vez tuviera que elegir entre mi carrera y mi familia, mi esposa y los niños indudablemente están a la cabeza.
Del mismo modo, tampoco la idea de la necesidad histórica menoscaba en nada el papel del individuo en la historia: toda la historia se compone precisamente de acciones de individuos, que son indudablemente los actores.